sábado, 1 de febrero de 2014

::TRACTATUS AL KHEM IGNI:: (I)



El principio sobre el cual se fundamenta la práctica de la Magia es este: es posible producir cambios en un plano de existencia mediante la manipulación de planos superiores (sutiles) ligados a ese plano, sin necesidad de intermediar directamente mediante contenidos existentes en el mismo plano. Como ejemplo, es posible influir en el plano físico de la realidad, sin necesidad de usar elementos existentes en el mismo plano que interactúen unos con otros para producir el cambio deseado; de manera que un pensamiento, que es un contenido habitante de un plano diferente al físico, tiene la cualidad bajo determinadas circunstancias, de influir en el plano físico de manera directa, protagonizando como la causalidad de una consecuencia física.

Partiendo de esta premisa, se entiende que el método detrás de la Magia radica en conocer y comprender con exactitud cuáles son las circunstancias que permiten que exista una influencia de un contenido de un plano de la realidad sobre otro; de manera que Magia es la ciencia que estudia las intra-relaciones planares, y al mismo tiempo es el arte de producirlas a voluntad.

Así como los contenidos de planos superiores pueden influir sobre los inferiores y manifestarse dentro de ellos como una interpretación equivalente de sí mismos en la realidad del otro plano, de la misma forma los planos llamados inferiores pueden generar representaciones que acceden a los superiores y se manifiestan en una forma más sutil con base en su configuración inicial; tomando como modelo el aparato psíquico, se observa que pensamiento y emociones pueden convertirse en conducta u otra manifestación física de la realidad, y de la misma forma, otros fenómenos de la realidad física pueden influir en la conformación de pensamientos y generación de emociones entre otros contenidos psíquicos, así como producir efectos y perturbaciones en planos superiores.

El Magus, el artesano que enlaza las causalidades mediante la ciencia de las relaciones cósmicas, ordena selectivamente una serie de actividades y elementos materiales (herramientas mágicas) para elaborar rituales y actos mágicos, con la finalidad de producir perturbaciones específicas en planos superiores, que tienen la finalidad de generar contenidos sutiles que posteriormente van a influir de nuevo sobre los planos físicos, cumpliendo las leyes de transformación de los contenidos de la realidad inter-dimensional, obteniendo la transformación deseada que será el cumplimiento de su meta. Esto, a grandes rasgos, resume la obra del Magus adepto, sin embargo para el iniciado más avanzado es bastante más complejo, ya que este al haber introyectado el conocimiento de esta ley natural y universal del intercambio, llega al entendimiento de que los efectos entre planos pueden adquirir una variedad infinita, por ejemplo, lo mental influir sobre lo astral, lo astral sobre lo físico, lo físico sobre lo etérico, lo etérico sobre lo astral, lo mental sobre lo mental, etc. etc.

Comparativamente en la realidad física observamos que existen cuatro estados conocidos de agregación de la materia: sólido, líquido, gaseoso y plásmido; la materia atraviesa estos distintos estados según su nivel relativo de energía bajo determinadas circunstancias y según los elementos constituyentes del objeto; de la misma manera los contenidos existentes en la red dimensional de la existencia intra-relacional, es decir el conjunto unificado de los planos físico, astral, mental y etérico (o cualesquiera sea la división planteada por algún modelo teórico esotérico) pueden adquirir en cualquier momento y también bajo específicas variables, los estados sustanciales concernientes a cada uno de los planos, transformando su configuración inicial con el efecto de una cantidad de energía aplicada de manera selectiva y otros procesos Mágicos involucrados, mediante los cuales es posible que un contenido de un plano llegue a existir en otro plano por obra de la fluida e inagotable transferencia de la realidad.

El plomo en oro.

Por supuesto, la complejidad de realizar este tipo de transferencias y transformaciones es mucho mayor de lo que representa la dificultad de cambiar un estado de la materia en otro, aunque la similitud analógicamente es muy útil. Digamos, por ejemplo, que queremos convertir vapor de agua en hielo; lo que primero  debemos hacer es lograr la condensación de las moléculas no cohesionadas en agua fluida semi-cohesionada, para después producir un segundo cambio energético-molecular que convertirá el líquido en sólido completamente coherente, físico, tangible; de la misma forma si buscamos materializar un contenido mental, primeramente debemos reunir los contenidos mentales dispersos que conforman el pensamiento mediante un acto profundo de concentración y visualización, para después manejar el contenido obtenido y transformado mediante este ejercicio en sustancia astral hasta que, insuflando energía en un segundo proceso, le otorgamos materialidad. Esto es lo que un Magus entiende como hacer Magia. Para realizar esto es necesario un importante grado de conocimiento y práctica previa, y tan sólo es característico del más burdo de los actos mágicos (por no mencionar algunos aún más simples que no considero Magia sino simple causalidad energética semi-intencionada), a un nivel más avanzado, el Magus deseará ser mucho más específico en sus expectativas y resultados, así como efectivizar el proceso, reducir el desgaste y los riesgos; imaginemos entonces que no sólo queremos convertir vapor en hielo, sino que deseamos que ese hielo se cristalice en una forma específica, de cierta duración, en cierto lugar y tiempo, y bajo ciertas condiciones desencadenantes, para luego desaparecer a un tiempo calculado; ya puede uno comenzar a entender en la analogía la complejidad de la verdadera Magia. Aún más, el Magus busca el dominio de todas las transformaciones entre los estados planares a voluntad, lo cual añade un factor posiblemente infinito a la variabilidad de los posibles procesos necesarios y las complicaciones del Ars Arcanum.

Desde este postulado se podría suponer que un Magus es cualquiera que pueda realizar un cambio en la realidad en conformidad con su voluntad, entonces un simple obrero de la construcción podría ser llamado Magus dado que realiza cambios en la estructura de la realidad física; esto no es del todo errado, sin embargo ¿Los realiza conforme a su voluntad? ¿Entiende a la perfección las implicaciones de la realización de su obra, tiene en claro su objetivo final, elige libremente la realización de su trabajo? ¿Hace de su obra su ciencia y su arte, y domina los resultados finales de tal realización, es poseedor de sus consecuencias? Cualquiera que llene estas condiciones puede ser llamado Magus, no importa que mínimo cambio realice y que tanto provecho obtenga de ello, siempre que sea un acto plenamente consciente y voluntario, será Magia, y quien lo haga, será Magus.
Sin embargo, en la acepción más específica del término usado en esta secuencia teórica y en la tradición ocultista, un Magus es aquel que realiza estos cambios teniendo un conocimiento de las leyes universales de la interacción entre las distintas dimensiones y fenómenos de la realidad, con lo cual adquiere la maestría técnica de manipular la dinámica en la cual fluyen los sucesos universales, seleccionando cuidadosamente las actividades a realizar para obtener un resultado preciso esperado.

Magia es teoría del caos aplicada: el aleteo de una psique en un lado de la realidad puede provocar un huracán de sucesos en otro, comprender los factores que desencadenan el huracán, la dinámica del huracán, sus elementos constituyentes, cómo reacciona ante el aleteo inicial de la psique, que movimientos particulares de la psique producen qué tipo de vientos y arremolinamientos, desarrollar el dominio de la danza de la mariposa a voluntad para producir resultados determinados sobre un terreno específico con un huracán de diseño particular, en tiempo, forma y efecto ad libitum.


Esto es Magia, esto es el Magus.